Había amanecido y salí por las calles a distraer la mente. Al cruzar la primera cuadra de mi cuarto me sorprendió al ver las calles vacías: Ni un alma cruzaba las esquinas. Levanté la mirada y vi a las tiendas cerradas. ¿Qué pasó? ¿A dónde se fue la gente? no me conformé y me atreví a buscar un restaurante abierto. Hasta que felizmente lo encontré. Había unos cuantos sentados en la silla. Dentro de mi dije "Es raro, aún me siento solo"
Ya era casi las tres de la tarde y pareciera que la ciudad estaba abandonada. Me fuí por el parque Arenales de San Juan y me llamó la atención porque escuché gritos, bulla. Me fuí corriendo y escuché más claro "¡Crucifícalo!, ¡mátalo!, ¡es un traidor!" Habían sentenciado a muerte al Jesús Pasqueño.
Quedé impresionado, María su madre no dejaba de llorar, incluso algunos aclamaban que lo liberen. No entendía que pasaba. Empezó el granizo y las fuertes lluvias caían sin piedad a su cuerpo descubierto. Jesús ya había sido crucificado. Recuerdo sus últimas palabras "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" Me quedé atónito. Entendí que nunca estuve solo, entendí que Dios me dio una oportunidad más para acercarme a él, entendí que tengo que reconciliarme con la vida.
Gracias grupo teatral "Amigos de Jesús" de la Parroquia de San Juan.
Diario El Correo / El Comunicador
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